martes, 29 de abril de 2014

Historia Corta Número 4: Vivir tus miedos. (Parte 1)

El coche de mudanzas aparca en la Casa de la Niebla nada más ponerse el Sol. Vivo en un pequeño pueblo. Con mi abuelo, en una pequeña cabaña de madera, pero que logramos sacar adelante.
 Mi abuelo, me contaba de pequeña, que La casa de la Niebla, una mansión vieja, y que el tiempo ha sido el causante de que las enredaderas y las raíces ocupen la mayor parte de la casa, pertenecía a una familia rica, de tres hijos. La mujer era satánica, y elaboraba hechizos. Un día, sin querer, maldijo la mansión, y los hijos siguen deambulando por la mansión, después de doscientos años muertos.
 Mi habitación, da directamente con la mansión, y a veces, en la casa abandonada, aparecen pequeñas luces, que asustarían al más valiente de todos.Y ahora…con la leyenda de la maldición, un hombre va a vivir ahí. ¿No tendrá miedo? ¿O no sabrá la historia?Es un hombre mayor, pero no se le ve desgastado, sino que anda con facilidad, transportando muebles y jarrones a la mansión.
 Cojo mis prismáticos, y lo observo detalladamente. Me hago una coleta con mi pelo rubio, para que no dificulte mi visión. Y lo veo. Es atractivo, de unos 55 años. Lleva el pelo largo, y las canas hacía ya tiempo que habían salido en él. Viste un esmoquin blanco. Levanta la vista y me ve. Me asusto y me escondo debajo de la ventana. Mierda.Bajo al piso inferior, a la cocina, donde mi abuelo friega los platos.
-¿Has visto al vecino nuevo?-le pregunto, mientras muerdo una manzana que he cogido del frigorífico.
-Sí, hija sí-dice lamentándose-, lo he visto.
Mi abuelo parecía preocupado. Realmente preocupado. Se sacaba el pañuelo del bolsillo constantemente para secarse el sudor de su calva, cosa que significaba que las cosas iban mal.
-Abuelo...
-¿Sí hija?
-¿Conoces a ese hombre?-la pregunta salió sola de mi boca, sin intención alguna.
Mi abuelo respiró hondo, pensándose su respuesta.
-No, pero conozco a su familia-dice mirando a la ventana-, es un Blackblood, una familia procedente del norte de Carolina del Sur. Se dedican a la magia negra, y a la espiritualidad. No es trigo limpio este hombre-miro a la ventana, y lo veo, sacando una enorme caja del camión-. Mary, prométeme una cosa.
-Dime.
-No te acerques a esa casa, por nada del mundo, sino quieres el peor de los finales.
Me encierro en mi habitación con pestillo. No quiero que el Abuelo me vea espiando al nuevo vecino.Parece extraño que el Abuelo conozca a esa familia... y por qué tenía miedo. Cojo el portátil y busco en Google: Familia Blackblood. Aparecieron imágenes de demonios, hechizos, y tableros de ouija. Logré leer en uno de los enlaces un pequeño párrafo:

La familia Blackblood vivía en una mansión donde empezaron a formular hechizos. La impotencia y el gusto por el poder, hizo que sin querer hicieran una maldición. Ningún descendiente, ni ningún familiar a entrado nunca en la casa, porque saben lo que les conviene.Dicen, que todo lo bueno tiene algo malo, y viceversa, igual que la maldición.Se dice, que el hechizo que formuló la Sr. Blackblood, hizo que en el interior de la mansión, escondido, muy bien escondido, se hallase un cristal que proporcionaría un deseo a la persona que lo encontraría.Si entrar es difícil, salir es el doble.

Un deseo..¿por eso estaba ahí el nuevo vecino?¿por un deseo?
Me levanto y entro en el cuarto de baño. yo también quiero ese deseo...y si se hiciera realidad. Si la magia existe puede que mi deseo se cumpla, algo que sin magia, no lograré conseguir.
Veo mi deseo en cada rincón de mi vida, en mis cuadernos pongo su nombre, y hasta en el espejo, veo su pelo. Mi pelo. Hecho de menos a mi madre. El Abuelo me dijo que murió en el parto, pero...mi madre, una científica, pero que en su tiempo libre se dedicaba a la escritura, una mujer valiente, que ha superado muchas cosas en su vida, tuvo que morir....por mí.
Mi madre era demasiado especial en el mundo como para morir en una cama. Ella tendría que haber muerto como deseaba ella misma en sus libros de aventuras, perdida en la selva del Amazonas o en la cueva de algún temible monstruo. No así.
Puede que devolviéndola a la vida, pueda vivir con ella una aventura, una de esas que proyectaba en sus libros. Suelto mi pelo rubio, y lo trenzo, saco una mochila de un cajón y empiezo a prepararme, para entrar en la mansión.
Si algo que he heredado de mi madre, a parte del pelo, es la valentía. Puede que el peor de los espectros se encuentre ahí dentro pero no estoy asustada, sino que me imagino a mí, abrazada con mi madre.
Son más de las doce de la madrugada, y el Abuelo se ha ido ya a la cama. Nunca he desobedecido a sus órdenes, pero para todo hay una primera vez...y lo feliz que se va a poner al ver a su hija de nuevo...
Bajo las escaleras, que chirrían, pero había que contratar una orquesta de música para despertar al Abuelo.
Deslizo la mano por la barandilla, para tener algo de agarre, y poder guiarme dentro de toda esa oscuridad. La barandilla es de madera, y el desgaste y el tiempo han hecho que dejen a vista una astilla, que me clavo en la palma de la mano.
Mierda, qué dolor.
Reprimo un gemido, y sigo bajando. Cómo puede ser que algo tan pequeño pueda hacer tanto daño. Llego a la cocina, y con unas pinzas me quito la astilla, aun así se queda una pequeña herida, que me la tapo con una tirita. Meto en la mochila un cuchillo, puede puede que no lo tenga que utilizar, pero las amenazas dentro de la mansión, son demasiadas, o al menos eso pienso. Meto también una linterna con pilas nuevas, una caja de cerillas, una cuerda que había en el almacén del abuelo, y un poco de comida.
Cojo un post-it y escribo:
Abuelo, he ido a la mansión, voy cumplir nuestro deseo.
Estoy lista, pero me olvido de lo más importante, la pulsera de la suerte de mamá. la cojo de la mesa del salón y me la pongo. La puerta haría mucho ruido al salir, por lo que abro la ventana del salón, y salto, encima del pequeño pero cuidado jardín del abuelo.Corro, levantando tierra y barro, con mis desgastadas botas. Corro, cuanto antes deje la casa del Abuelo, y logre llegar a la mansión Blackblood mejor.
Noto como la hierba y las plantas van desapareciendo cuanto más me aproximo a la vieja casa. Justo cuando llego a la ancha verja de acero oxidado, con unas letras bordadas en el centro BB.
Trago saliva, y está tan caliente que parece que ha pasado por mi garganta un chorro de whisky. Empujo la verja, y se abre un poco. Necesito más fuerza para hacer girar esas oxidadas bisagras. Empujo con todas mis fuerzas y la logro abrir.
Entro en el jardín, donde algunos vecinos que no soportan que en su pueblo halla una mansión así, tiran carteles donde ponen "Evapórate sucia casa". "Fuera de nuestro pueblo".
Sigo un pequeño sendero, sin fijarme en el jardín, sin embargo levanto la cabeza y me veo con una figura, con sombrero, y con una sonrisa más grande de lo normal. Ahogo un grito y me caigo hacia atrás, noto un escozor en la rodilla.
Levanto la cabeza y veo que la figura es un espantapájaros. Trago saliva y me levanto.
Sigo caminando, dejando atrás al espantapájaros.
Llego a un corto trecho de escaleras, que crujen, más que la de la casa del Abuelo.
Llego a un gran pórtico de piedra. Donde no hay una superficie de la puerta que no tenga tallado algo: demonios, gárgolas, hadas, bestias...
Todo espeluznante.
Voy a tocar el pomo, cuando de repente, la puerta se abre sola. Avanzo con decisión, y busco la linterna en la mochila, pues la oscuridad es la única compañía que tengo. sin embargo. Un foco proyectado del techo, alumbra un sillón, a veinte metros de mí.
Me asusto. No veo paredes, solo el sillón, que está de espaldas a mí. el sillón gira, y me temo la peor criatura del universo, pero no es así. La puerta por la que he entrado desaparece, y solo estamos el nuevo vecino y yo.
-En momentos como este se diría: "¡Qué grata sorpresa encontrarte aquí, en la casa de mis antepasados". Pero no, no es una sorpresa-el Sr. Blackblood se levanta, y camina despacio, de un lado a otro.
llevaba esmoquin, como siempre, pero este era rojo, como el color de la sangre.
-Tan ingenua como tu madre.
Esa fue la gota que colmó al vaso. Saqué el cuchillo de la mochila, amenazándolo.
-¡No sabes nada de mi madre!
-¿Que no?-decía sarcásticamente-, querida, sé más que tú.
La respiración se me aceleró.
-Tu madre estaba embarazada de ti, y ella sabía que ibas a nacer muerta. Tenías problemas de alimento, y los nutrientes no te llegaban bien, o algo así-hizo una pausa, y prosiguió-. Tu madre te quería con locura. Es curioso Mary, como puedes querer a una persona tanto cuando apenas la conoces, la magia de los bebés.
Este hombre me estaba inquietando. Sabía más de mí, que yo misma.
-La única cosa que le quedaba para salvarse era el deseo.
-Yo también quiero el deseo, para salvarla de nuevo.
-Espera, espera. No adelantes acontecimientos querida.
Las arrugas del rostro se multiplicaron al hacer una sonrisa falsa.
-Muchas personas han venido aquí. Deportistas, escaladores, grupitos de amigos, todos ellos muertos. Porque si quieres superar a la mansión, tienes que tener algo con lo que se nace.
-¿El qué?
-La valentía. Tu madre es el ser más valiente que he visto en mi vida. Logró llegar al corazón de la mansión, y encontrar el deseo. ¿Quieres saber cual era?
La intriga me absorbía por dentro, y me quemaba las entrañas. Asentí con la cabeza.
-"Deseo, que mi valentía sea entregada a mi hija, que nazca sin problemas, y que un día, me salve de esta maldición".
Expulsó las palabras como si fueran una lección de Biología, sin interrupciones ni pensamientos de cabeza.
-¿Qué maldición?-pregunté sin pensármelo.
-Como bien sabes-me informó El Sr. Blackblood-, todo hechizo bueno, conlleva algo malo, y viceversa. Si quieres el deseo , tendrás que pagar algo a cambio, y eso le pasó a tu madre. Ella no está muerta Mary.
Abrí los ojos como platos, esta historia que me estaba contando parecía imposible, pero todo encajaba ya.
-¡¿Y dónde coño está?!-le grité, ya exasperada.
Él sonrió con cara de pena.
-Ella es el deseo, ella se convirtió en una esfera de poder, por ti. Si quieres traerla a la vida tienes que encontrarlo. Mary, esto no es un juego, a mitad del camino podrías morir. Quiero que tengas en cuenta una cosa.
-Dime.
-Todas y cada unas de las cosas son producto de tu imaginación, cualquier daño físico que te hagas no tendrás nada que ver con lo que la mansión te pone a prueba, ¿lo entiendes?
Asentí.
Era como una especie de videojuego, pero mortal.
-Mary. ¿Quieres entrar en la masón?
-La duda ofende.
Apareció una puerta azul, sola, sin estar pegada a la pared, detrás del sillón.
-Buena suerte, Mary.
Él se convirtió en polvo, junto al sillón. El foco que le proyectaba también se evaporó, y la única luz procedente era de la puerta azul. Me acerqué, y puse el pomo en la puerta.
Estoy lo suficiente preparada para enfrentarme a esto.
Mi madre no se sacrificó solo para huir.
Soy valiente.
Abro la puerta, y la cruzo. Después, el miedo me atraviesa el cuerpo.
Me llamo Mary, y estoy viviendo mis miedos.
Mi vida entre palabras.

Fin de la primera parte.








No hay comentarios:

Publicar un comentario